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DANIEL DE LA GUARDIA.

A tenor de lo acontecido.

20 de mayo al 29 de julio de 2016.

Donde todos los demás ven imágenes de otras eras, vestigios de un pasado glorioso pero perdido, el materialista histórico ve ruinas, un cúmulo de fragmentos. Pero los fragmentos, como las ruinas, no le hablan de lo que queda, sino de lo que les falta para estar completas. No de lo que son, sino de aquello a lo que apelan. Y no apelan a una nostalgia paralizante, sino a la restitución de una promesa no cumplida, que quizá se encuentre en la propia riqueza de la imagen. Nos demandan que las saquemos de esa continuidad en la que la pintura aparece como un elemento del pasado, nos recuerdan que la riqueza de la pintura no está en la evidente materialidad de sus procedimientos sino en la oscura riqueza de sus relaciones. Quizá pasándole el pincel a contrapelo a la pintura, fijándonos en aquello elementos que pasaron desapercibidos, que no tuvieron un papel protagonista en las explicaciones de los libros de historia, logremos detener por un instante el paso firme del progreso “despertar a los muertos y recomponer lo despedazado”. (Benjamin, Walter (1940): Tesis de filosofía de la historia, en Discursos Interrumpidos I)

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