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EJERCICIOS DE PODER.

Néstor Torrens · Juan Hidalgo · Pedro Garhel.

16 de marzo al 1 de junio de 2018.

Cuando hablamos de transgresión nos estamos refiriendo a aquellos actos que franquean un límite a las normas establecidas. Esto nos lleva a cuestiones que refieren a la ética pero también a la política en tanto debemos tener en cuenta una cultura hegemónica que sostiene un poder que establece lo que está permitido y prohibido.

La instalación Seducciones de Néstor Torrens articula el discurso de la exposición y deja entrever los mecanismos que utiliza el poder para controlarnos. Plantea preguntas a esta situación, poniéndola a su vez en crisis y adoptando una actitud irreverente frente a los nuevos depósitos de valores y creencias. Se Podría decir que estos artistas, se identifican con la reflexión, análisis y denuncia de los marcos de desenvolvimiento y protocolos de actuación social con respecto a las categorías de poder y libertad individual.

Sus obras nos empujan a pensar a contrapelo, nos obligan a pensar en el sentido contrario al que nos lleve la inercia. Se trata de no pensar del modo que nos resulte más fácil, el que reafirme todos nuestros prejuicios, el que deje todas las piezas exactamente en el lugar en el que queríamos desde un principio.

Toda la producción de Juan Hidalgo está cargada de intención política, ironía, lirismo y fragilidad. Sus manifestaciones artísticas son su propia vida, sus experiencias, sus vivencias, sus viajes, sus reflexiones, sus decepciones; son la propia realidad. Son los objetos que le rodean, que encuentra, que usa, que compra, que ensambla, que tira, que modifica, que rompe, que quema. Son materiales que descontextualiza y a los que les proporciona una nueva realidad. No en vano, él mismo nos diría que primero “hay que practicar el arte como vida, y lo segundo, la vida como arte”

La pieza Escultura viva de Pedro Garhel, donde unos cuerpos semidesnudos bajo una malla de algodón fabricada para envolver y transportar jamones curados y en la que cada individuo se definía, y adquiría forma y volumen a partir de una tensión física y emocional, hacía vivir en cada uno de los participantes el drama de la forma, de la expresión, del volumen, y de la relación entre el cuerpo y el espacio. Entre la extensión del cuerpo y la retención de la malla, afloraba en cada participante una necesidad de manifestar la problemática interna, existencial y personal. Estos cuerpos van más allá del mero ejercicio plástico y escultórico. Eran cuerpos en su dimensión política y poética.

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