La fotografía es ese lugar donde aprendemos a formular dudas sobre la realidad. Y la duda es un buen aliado de la capacidad reflexiva y del espíritu critico.


Alexis W. (1972), Carlos A. Schwartz (1942), Teresa Correa (1961) y Karina Beltrán (1968), cultivan una practica artística que pretende sondar en esos intersticios de la realidad que acapara la imagen; explorando sus confines e intercepciones, tal vez sea posible saber qué la define, más allá de su sensibilidad inherente como respuesta a la verdad y a la memoria.


Estos cuatro artistas demuestran el potencial de la fotografía como lenguaje e instrumento de interpretación del mundo. Con su mirada intencionada develan la fragilidad de algunos preceptos de la modernidad, traduciendo en imágenes su verdad más paradójica y desenfocada. Entienden la fotografía como ese cuerpo del tiempo ( porque es siempre una cuestión de tiempo) que indaga en su propio pasado por su necesidad de reconocer el mundo y restituirlo a nuestra mirada. Saben que el impulso de la imagen fotográfica está en su presencia, o ese pensar el tiempo como supervivencia; una dialéctica entre metamorfosis y memoria, que algunos de ellos representan como tiempo de la certeza y como visibilidad del mundo; otros en cambio, la disuelven, ofreciéndonos el aura frágil e inestable de su invisibilidad.