Fernando Álamo tiene un papel muy destacado en el arte canario de los últimos cuarenta años. Nacido en 1952 en Santa Cruz de Tenerife, el artista reside desde los años setenta en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad en la que fue nombrado Hijo Adoptivo.
De formación y vocación neoexpresionista, su producción, de motivos florales y vegetales o naturalezas muertas rezuman color, exuberancia, festividad y vida. Y como las Vanitas, serían interpretaciones del tiempo, la vida, la muerte y, sobre todo, la pintura. Su obra pictórica la conforman ejercicios de trascendentalización del medio, ejercicios de serialización casi industriales aunque manufacturados y en la obra de gran formato que impregna y excede al propio marco de la obra.
Su obra está presente en muchos de los museos y colecciones más importantes dentro y fuera del archipiélago como; CAAM (Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria); Tea (Tenerife Espacio de las Artes); Colección Roland Penrose, Londres; Fundación La Caixa, Barcelona; Palacio Real de Rabat, Marruecos; Parlamento Europeo, Bruselas; Palacio de la Zarzuela, Madrid; Palacio Real de Jordania, entre otros, así como innumerables intervenciones en edificios públicos como el Mural para la Sede de la Presidencia del Gobierno de Canarias, Tenerife; Mural para el Hotel Escuela de Santa Cruz de Tenerife o el Mural para las bóvedas del Teatro Guinguada, entre otros.